viernes, 24 de abril de 2009

JORNADA IGNACIANA: EL ACOMPAÑAMIENTO Y TALLERES (material)










Jornada Ignaciana
Sevilla, 18 de abril de 2009


EL ACOMPAÑAMIENTO


Para conocer el auténtico sentido del acompañamiento espiritual hemos de acudir a San Ignacio de Loyola: lo encontramos tanto en su vida como en sus escritos. Él fue aprendiendo de su relación con Dios y de su experiencia con las personas de su época que a veces convenía abrir el corazón y la conciencia a otros.

Ignacio no dudó en abrir su interioridad para buscar en algunas personas el acompañamiento espiritual que necesitaba; pero también lo hizo para acompañar y ayudar a los demás, orientándoles y animándoles en su vida espiritual. La experiencia que previamente tuvo de Dios fue la que le permitió ponerse al servicio de los prójimos.

Ignacio, basado principalmente en los Ejercicios Espirituales, fundamentó el acompañamiento en el discernimiento espiritual. Nunca habló en sus obras de dirección espiritual. Para él, el verdadero “director” es sólo el Espíritu Santo, porque “la suma providencia y dirección del Espíritu Santo sea la que eficazmente ha de hacer acertar en todo”, dado que eso “sólo la unción del Espíritu Santo puede enseñarlo…” (Constituciones de la Compañía de Jesús, 624 y 414).

Por ello, el acompañamiento responde a la necesidad de que tanto el que acompaña como el sujeto que es acompañado “más se ayuden y se aprovechen” (Ejercicios Espirituales, 22). Ambos tratan de descubrir la acción del Espíritu Santo en la vida de las personas.

Con referencia a la actitud fundamental del acompañante hay que decir que la expresan dos aspectos: por una parte el respeto y la adaptación a la persona que se quiere ayudar; por otra la discreción de espíritus. Con Ignacio empieza una espiritualidad que podríamos llamar de la sospecha, centrada en el individuo mismo y en la voluntad de Dios para él.

Ignacio fue sin duda alguna un maestro en el arte del acompañamiento espiritual. De él dirá Pedro Arrupe: “Ignacio pone al hombre ante el problema fundamental de la vida: que es el de discernir en cada ocasión y momento la voluntad de Dios, para cumplir personalmente su propio fin y para que, por medio de él, alcancen también su fin todas las criaturas que lo rodean”.

Ignacio se fue convirtiendo en acompañante por la necesidad que tenía de buscar ayuda para su persona; la experiencia que fue obteniendo le capacitó luego para acompañar a las personas con quienes se fue relacionando. Diego Laínez decía que Pedro Fabro, con ser un hombre tan versado en la dirección espiritual, comparado con Ignacio, era como un niño al lado de un hombre sabio (FN II, 86).

La idea de Ignacio sobre el acompañamiento es la siguiente: una manera de guiar a la persona, respetando la conciencia de su acompañado, en orden a orientarlo por los caminos que enseña el Espíritu, sirviéndose de la discreción de los diversas mociones y espíritus que mueven su alma.











Taller 1

Gracias por los nombres de mi vida,
los nombres de quienes me han querido
y a quienes yo he amado.
Los nombres de quienes me han hecho sonreír
y aquellos a quienes yo he llevado una sonrisa.
Gracias por los nombres de mi presente,
tan familiares que ni siquiera necesito pronunciar,
que me acompañan en la vida cotidiana,
en los momentos de rutina,
en las horas de trabajo
en los días de descanso,
que aguantan mis fatigas
y animan mis proyectos.

Gracias por los nombres más cercanos,
y los que solo son vagamente familiares
por todos aquellos con quienes alguna vez
puedo intercambiar saludos, conversaciones,
compartir algo...

Por esos rostros reales, conocidos, propios,
que me aportan vida, sentido, alegría...

Gracias también por los nombres difíciles.
Los de aquellos que complican mi vida;
por lo que puedo aprender a través de la dificultad;
por lo que puedo ganar en madurez;
por lo que las relaciones difíciles me enseñan sobre mí mismo.

Dame, Señor, gente cercana.
Dame gente, nombres, rostros...
que pueda llamar míos.


LOS NOMBRES DE AYER

“Hijo mío, que no te abandonen el amor y la lealtad; átalas a tu cuello, grábalas en la tablilla de tu corazón; así obtendrás aceptación y estima ante Dios y ante los hombres” (Prov 3, 3)

CANTO: TU FIDELIDAD ES GRANDE

Hoy soy la persona que soy por tantas personas como han marcado mi historia, desde que era pequeño. Mis seres más queridos, mis amigos de la infancia y los que vinieron después.
Hoy soy quien soy por los conflictos que he vivido, cuando los supe solucionar y también cuando me dejaron heridas. Y por los tiempos de alegría y confianza, esa que me hizo fuerte por momentos. Por las lecciones que he ido aprendiendo, por los retos que ya he afrontado y aquellos con quienes los compartí... Por todos esos nombres le doy gracias a Dios.

Piensa en los nombres importantes de tu pasado, los que recuerdas con frecuencia y aquellos otros en que raramente te detienes ahora... y dedícales un breve momento, en la distancia. Pide a Dios por ellos, que allá donde estén sus vidas sean bendecidas.
LOS NOMBRES DE HOY

“Aunque tenga el don de la profecía, y conozca todos los misterios y toda la ciencia; aunque tenga plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy” (1 Cor 13, 2).

CANTO: SABERME EN TUS MANOS


Soy la persona que soy por tantos nombres como llenan mi vida hoy, estableciendo lazos o configurando mi presente, haciéndome sentir seguro, o frágil, o de todo un poco. Soy quien soy por la gente que me trata bien, y también por quien me hace sufrir. Por quien aguanta mis malos ratos, y por quien comparte los momentos más relajados. Por quien trabaja conmigo y quien simplemente pasa por mi vida. También esos nombres me hacen ser la persona que soy, única, distinta, original, con mis sueños y mis luchas, mis deseos y mis desesperaciones, mis humores buenos y malos. Por todos esos nombres doy gracias a Dios.

Piensa en la gente que forma parte de tu presente... En esos nombres que son tan cotidianos que los das por supuesto. Los que te caen bien y los que te hacen la vida difícil. Todos “tus” nombres... Pide a Dios por ellos, que sus vidas, sus trabajos, sus caminos, sean bendecidos.

LOS NOMBRES DE MAÑANA

“Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes…Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20)

CANTO: YO SERÉ

¿Quién estará en el camino? ¿Quién formará algún día parte de mi vida? ¿Quién se convertirá en alguien muy importante en ella? ¿Qué historias, risas, encuentros, lloros, esfuerzos, trabajos compartidos, luchas, proyectos, están ahí delante? No lo sé. Ahí está el horizonte. Ahí está el futuro. Ahí están los caminos que se cruzan con el mío. Lo importante es seguir siempre, seguir...con los ojos abiertos y el corazón dispuesto. Siempre preparado para admitir más historias, más rostros, más nombres, que me ayuden, siempre, a ser una persona más honda, más auténtica, más llena...
Piensa en tus proyectos, en tu vida actual, y pide a Dios por todas esas historias que están por venir, y en todos esos nombres que algún día pronunciarás. Y desea que tu vida sea verdaderamente humana....








TALLER 2



Dificultades para encontrar a Dios


El encuentro con Dios confiere una experiencia duradera de plenitud vital, de felicidad completa. Produce un cambio duradero en la persona sin ruptura de su personalidad: la persona sigue siendo esencialmente la misma, pero cambia su visión del mundo y de su lugar en él. Parece que le “complica” la vida y le lleva a volcarse en los demás, se abre al otro, especialmente al más débil, a las víctimas de las injusticias.

El encuentro con Dios te compromete para siempre.

“En esa misma hora exultó de alegría por el Espíritu Santo y dijo: Te bendigo Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque escondiste esto a los sabios y entendidos y lo revelaste a los pequeños” (Lc 10, 21).


1. Tiempo de paz

A ratos me hace falta un instante gratuito. Música suave, o ninguna. Un paseo que me conduzca a ningún sitio. Una página de la agenda vacía de citas. Un rato de ensimismamiento, para pensar en poco, para reír por nada, para cantar sin tono. Me hace falta un rato de sereno abandono en el que deje de estar alerta, en el que no haya nada que mostrar, un rato de sinceridad sin juicio. Me hace falta un tiempo perdido, un tiempo de silencio, para el encuentro con uno mismo. Y por eso a veces tengo que frenar.

“Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar” (Mc 6, 46).

· ¿Qué espacios de quietud hay en mi vida?
· ¿Cómo puedo hacer que haya espacios de paz en mi día a día?


2. Las dificultades

Un Dios que se hace carne y sangre, lágrima y risa, herida y huella. Un Dios que se asoma a lo chiquito y, al entrar en ello, lo hace grande (sin dejar de ser pequeño). Un Dios al que no encuentro debido a:

- la falta de método para orar
- la opulencia de este mundo occidental
- la rapidez con el que vivo el día a día
- la diversión perpetua
- que lo quiero todo de forma inmediata y sin esfuerzo
- que tengo una imagen de Dios que me aleja de Él
- que creo que encuentro el sentido de mi vida en el éxito de mi trabajo, mis estudios, …
- las estructuras y ritualismos que originariamente estaban destinados a facilitar el acceso al encuentro personal con Dios, pero que ahora me lo impiden
- …

“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1)

· ¿Qué impedimentos pongo al encuentro con Dios?
· ¿Le dejo espacio para que venga a buscarme?
· ¿Cuáles creo que son las dificultades?


TALLER 3



Modos de encontrar a Dios

Toda persona que de algún modo se ha encontrado con Dios en su vida conserva de ese encuentro una sed, un deseo irrenunciable de búsqueda, de nuevos encuentros con el Señor. Nos vivimos sedientos, necesitados de Dios, anhelando su presencia y su consuelo. En ocasiones aparece y lo transforma todo. Luego parece que se va, es imposible aferrarle, y así, se va trenzando una historia de presencias y silencios, de llamadas y respuestas, de muertes y resurrecciones.


1. La Búsqueda

“A ti, Señor, te invoco. Roca mía, no te me hagas el sordo, que si te me callas, seré uno de tantos como bajan a la fosa” (Sal 28)

Tengo sed de ti, Señor. Sed de encuentro, de abrazo, de sentido. En muchas ocasiones no sé dónde andas. Se me va pasando la vida y no sé hacia dónde mirar para encontrarte. Le pregunto a los rostros amigos, a la gente lejana, a los libros, al silencio, a mi corazón “¿Dónde está Dios?” “¿Cómo es?” “¿Qué dice?” Y no siempre hay respuesta. Toca seguir persiguiendo tus pasos, tus huellas, tu promesa. Para que tú llenes un poco mis días, el trabajo, el estudio, la amistad, el amor, para que me fortalezcas en las horas tristes y en los momentos alegres. Para que arrulles, con voz infinita, mis noches…

· ¿Busco a Dios en mi vida? ¿Cómo le busco?
· ¿De qué modos lo he ido encontrando en mi vida?



2. El Encuentro

“Me casaré contigo para siempre, me casaré contigo a precio de justicia y de derecho, de afecto y de cariño. Me casaré contigo a precio de fidelidad, y conocerás al Señor” (Os 2, 21-22)

Luego apareces. No sé muy bien cómo. En las situaciones más impensables. Apareces con esa manera tan tuya, te revelas en el abrazo que me hace sentir en casa, en los ojos brillantes que me miran cercanos, apareces como buena noticia que me dice que la vida es plena, y que hay que hacerla buena para todos. Con cada uno/a de nosotros/as tienes un modo de darte, un lenguaje, una manera de llegar al corazón. Tú y yo tenemos nuestra relación, que es única y preciosa.

· ¿Encuentro a Dios alguna vez?
· ¿Dónde le encuentro?
· ¿Cómo es mi relación con el Señor?


3. Contar nuestra historia con Dios

¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén (Lc 24,32-33).

Las mujeres al encontrarse con el Resucitado corren a contarlo a los otros discípulos. A nosotros nos ha llegado la historia de Jesús por innumerables testigos de su Iglesia que nos han transmitido su experiencia. Sin embargo, en nuestro día a día nos cuesta compartir nuestros encuentros con el Señor. Jesús insiste “id y anunciad”.

· ¿Cómo es mi historia con Dios?
· ¿Puedo compartir algún capítulo?


















DESARROLLO DE LA JORNADA IGNACIANA


El pasado sábado 18 de abril se celebró en el Colegio Portaceli la JORNADA IGNACIANA con el lema "Ayudar a encontrar a Dios". El Encuentro estaba organizado por la Comisión Provincial de Pastoral Vocacional y a él asistieron 76 personas de diversas partes de Andalucía (35 de Málaga, 27 de Sevilla, 12 de El Puerto, 1 de Granada y 1 de Úbeda). Este día de convivencia empezó con una charla de José Antonio Rincón sobre la búsqueda de Dios y el acompañamiento, desde la espiritualidad ignaciana. A continuación dos testimonios iluminaron el sentido del acompañamiento. Desde su experiencia concreta, Teresa Clemente de la CVX de Sevilla nos habló su experiencia como acompañante y Juan Luis Veza sj de cómo ha descubierto con gozo la voluntad de Dios a través de personas y circunstancias concretas en su vida.
Por la tarde, tres talleres diferentes nos acercaron a las dificultades y los modos que tenemos para el encuentro con Dios, descubriendo como muchas personas a lo largo de la vida nos han ayudado y nos ayudan a ello, de una u otra forma. El Encuentro terminó con una eucaristía en la Iglesia del Colegio, presidida por José Yruela sj.
Fueron importantes los momentos de encuentro donde pudimos conversar e intercambiar experiencias, en ese camino de búsqueda para descubrir a Dios en nuestra vida cotidiana poniendo los medios para ello. En definitiva la Jornada Ignaciana ayudó a caer en la cuenta de la importancia del acompañamiento, que es un medio para el fin fundamental: encontrarnos con Dios. Muchos se sintieron animados a buscar medios para crecer en la vida espiritual, dedicando tiempo a la oración personal, formando parte de un grupo o buscando alguien con quien confrontar la propia vida. Con todo ello, la Jornada Ignaciana fue un espacio de calidad que transmitió ilusión y búsqueda compartida de Dios.